martes, 14 de agosto de 2007

Plan B

A propósito del informe de Brodersohn en econometrica, me vinieron a la mente ciertas discusiones que mantuve en el pasado con algunos de mis amigos y compañeros sobre la capacidad del gobierno de delinear un plan económico.
Como buen análisis de consultoría, el informe de Brodersohn es moderado. Como buen posteo, mi análisis estará completamente viciado de elementos subjetivos. Quien avisa no traiciona.
Mi opinión en aquel momento era que no existía por parte del nada parecido a una hoja de ruta. La economía argentina era como aquel colectivo de Máxima Velocidad, recorriendo las rutas a toda marcha, destrozando todo lo que se encontraba a su paso. El publico, maravillado por la velocidad de la bestia de acero aplaudía embobado, sin notar que lo que hacia correr a la maquina era precisamente la bomba que escondía en su seno. Creo que muy poco ha cambiado desde aquella época.
Y las soluciones son, en el mejor de los casos complejas, y en el peor de ellos inviables. Si se desea reducir la emisión de moneda para desacelerar el aumento de precios se debería aceptar una leve desaceleración del crecimiento. Lo mismo ocurriría ante un sinceramiento en las tarifas de los servicios públicos. Ahora, si no aceptamos afrontar este costo, debemos acostumbrarnos a convivir con tasas de inflación crecientes. Pero si la inflación aumenta el gobierno posee mayores incentivos para intervenir en la medición de los precios. Las soluciones, como se ve, no dependen simplemente de la existencia de un plan.
Alguna vez escuche que todos los sistemas incluyen en su seno los elementos que tarde o temprano los llevaran a su propia destrucción. La imagen que del gobierno posee la opinión pública no es otra cosa que el reflejo de estas contradicciones, que parecen tensarse cada vez más.
Bueno, en realidad, existe un plan B que ya todos conocemos…