(Tengo que aceptar que cada vez que escucho o leo al Pepe me emociono. Se que con este comentario me expongo a todo tipo de criticas, y creo que mi propio espíritu de escéptico empedernido me lo reprocha, pero no puedo evitarlo. Algún día intentaré descifrar las razones de esta confusa sensiblería. Hoy no es ese día.)
Me sorprendió la nota de Beatriz Sarlo en La Nación, entre muchas razones, por recoger este pasaje del discurso del presidente uruguayo:
“la fórmula a intentar es agro + inteligencia + turismo + logística regional. Y punto”
Impresiona, en primer lugar, por su capacidad de síntesis. Pero impresiona también por su percepción profunda sobre los límites y las posibilidades de la economía uruguaya. Poco se puede decir de los primeros tres puntos, de tan simples y claros. El cuarto es, sin embargo, ambiguo. Pero mientras intentaba comprender el sentido de las palabras del Pepe y su visión sobre el futuro de su país, se me ocurrió imaginar a Montevideo como la Bruselas del Mercosur. Un lugar, entre Brasilia y Buenos Aires, donde podrían debatirse los problemas regionales si, como alguna vez ocurrió en Europa, nuestros países deciden enlazar definitivamente sus destinos.
No estoy seguro de que la interpretación sea correcta, pero creo que la idiosincrasia uruguaya es particularmente proclive a este proyecto. Después de todo, que mejor para ello que un pueblo que gusta de “la libertad y los fines de semana largos”.
Me sorprendió la nota de Beatriz Sarlo en La Nación, entre muchas razones, por recoger este pasaje del discurso del presidente uruguayo:
“la fórmula a intentar es agro + inteligencia + turismo + logística regional. Y punto”
Impresiona, en primer lugar, por su capacidad de síntesis. Pero impresiona también por su percepción profunda sobre los límites y las posibilidades de la economía uruguaya. Poco se puede decir de los primeros tres puntos, de tan simples y claros. El cuarto es, sin embargo, ambiguo. Pero mientras intentaba comprender el sentido de las palabras del Pepe y su visión sobre el futuro de su país, se me ocurrió imaginar a Montevideo como la Bruselas del Mercosur. Un lugar, entre Brasilia y Buenos Aires, donde podrían debatirse los problemas regionales si, como alguna vez ocurrió en Europa, nuestros países deciden enlazar definitivamente sus destinos.
No estoy seguro de que la interpretación sea correcta, pero creo que la idiosincrasia uruguaya es particularmente proclive a este proyecto. Después de todo, que mejor para ello que un pueblo que gusta de “la libertad y los fines de semana largos”.
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